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El Incienso y su Origen Bíblico

Así habló el Eterno a Moshé (Moisés):

“Harás un Altar sobre el que harás subir humo de incienso, de madera de acacia lo harás. De un codo de largo y un codo de ancho; será cuadrado y de dos codos de alto; de él serán sus astas. Lo revestirás de oro puro, su techo y sus muros alrededor, y sus astas, y le harás en derredor una corona de oro. Le harás dos anillos de oro bajo la corona, en sus dos esquinas, a ambos costados; y serán encajes para las estacas que lo transportan. Harás las estacas de madera de acacia y las revestirás de oro. Lo colocarás frente a la Partición que está junto al Arca del Testimonio, delante de la Cubierta que está sobre el Testimonio, donde estableceré Mis reuniones contigo. Sobre él Aarón hará subir el humo del incienso, todas las mañanas, cuando limpie las lámparas hará subir el humo. Y cuando Aarón encienda las lámparas, a la tarde hará subir el humo, subirá el humo del incienso de modo continuo ante El Eterno, por vuestras generaciones. No traerás sobre él incienso extraño, ni ofrendas ígneas –olá- ni ofrendas vegetales –minjá-; ni podrás verter una libación sobre él”.” (Éxodo 30:1-9)

“El Eterno le dijo a Moshé (Moisés): «Tomad para ti especias: bálsamo, onija y gálbano; especias e incienso puro: éstos serán del mismo peso. Harás de ellos un compuesto de especias, artesanía de perfumista, perfectamente mezclado, puro y sagrado. Molerás parte de él finamente y lo colocarás frente al Testimonio en la Tienda de la Reunión, donde me reuniré contigo; será santo de santos para vosotros. La proporción del incienso que harás, no la haréis para vosotros; será santo para ti, será para El Eterno. Todo el que haga algo igual para olerlo, será tronchado de su pueblo».” (Éxodo 30:34-38)

El incienso que se ofrecía en el Beit HaMikdash – Templo Sagrado de Jerusalem,  estaba compuesto por once ingredientes diferentes, de los que sólo cuatro de ellos son mencionados por su nombre en el versículo de arriba. La identidad de las otras siete especias se transmitió a través de  la Tradición Oral. Como en el caso de muchas otras áreas de estudio del Templo, la clasificación exacta de estos ingredientes ha sido sujeto de seria investigación y estudio. Muchos de estos componentes son raros, y algunos pueden ser obtenidos únicamente en tierras exóticas y lejanas.

El método o receta para preparar la ofrenda especial de incienso con estos ingredientes fue un secreto muy bien guardado; pasó de  generación en generación dentro de una familia particular conocida como Avtinas. Además de la identidad de las especias, las cantidades y la manera exacta en la que debían ser preparadas, el clan protegió otro secreto importante: La identidad de una hierba conocida en hebreo como Maale Ashan, literalmente “el que hace que el humo se eleve”. Esta hierba tenía una cualidad que permitía que el humo del incienso ascendiera hasta el cielo en columna recta. En nuestros tiempos, algunos han especulado que esta especia proviene de la planta  Leptadenia Pyrotechnica, que contiene ácido nítrico.

Acerca de la Familia Avtinas

La familia Avtinas fue designada por el Sanedrín para proporcionar el incienso, y ellos eran exclusivamente responsables de su producción, que se llevaba a cabo en una cámara especial denominada la Cámara de Avtinas. Esta cámara estaba situada en el lado sur del Patio, sobre el “Portal de Agua”.

El Midrash (Shir HaShirim Rabbah, 3:4) nos relata varias historias conmovedoras sobre la familia Avtinas, de la gran dedicación que tenían por este oficio sagrado:

“La familia Avtinas era experta en la preparación de las especias para el incienso, y sabían cómo utilizar la hierba Ma’aleh Ashan, que causaba que el humo subiera. Pero los rabinos les criticaron que ellos se negaran a enseñar este secreto a otros, y les suspendió de su oficio. Los Sabios fueron a Alejandría en búsqueda de artesanos especialistas en el tema, y estos intentaron duplicar el incienso de la familia Avtinas. Pero estos artesanos eran expertos en las especias, y con ellos no lograron que el humo ascienda en una columna recta como la familia Avtinas… el humo de su incienso se elevaba de manera difusa y dispersa.

Cuando los Sabios vieron esto, remarcaron que todo que lo que Dios creó, El lo creó sólo por Su propio honor, como lo indica el versículo (Isaías 43):” A todo el que sea llamado por Mi Nombre, Yo Lo he creado por Mi gloria, Yo lo formé, sí, Yo Lo creé”. Ellos devolvieron a la familia Avtinas a su tarea, y duplicaron sus sueldos”.

“Pero los sabios les preguntaron: ¿”Cual es la razón por la que ustedes no comparten el secreto de su profesión; por qué no quieren enseñar a otros”?

Ellos respondieron: “Nuestros padres nos pasaron la tradición que algún día el Templo será destruido. Nosotros no quisimos enseñar nuestro secreto, para que este no caiga en manos equivocadas, las manos de idolatras; y un día, el incienso sagrado que presentamos ante Dios sea utilizado para la idolatría’. Cuando los rabinos comprendieron que esta era la razón de su silencio, la familia Avtinas fue grandiosamente alabada”. También se sabe que ningún miembro de la familia Avtinas utilizaba perfume. Cuando uno de ellos contraía matrimonio con una joven fuera de la familia, se hacía un acuerdo para que ella tampoco llevara perfume, así nadie sospecharía que utilizaba el secreto del incienso sagrado para uso personal, como declara el versículo: “Y estarás limpio delante del Dios de Israel” (Números, 32).

“Rabí Akiva relató: Shimon Ben Luga me contó que una vez (después de la destrucción del Templo), él y un joven muchacho – descendiente de la familia Avtinas – juntaban hierbas en el campo. “Advertí que de repente el chico se hecho a llorar, y luego reía. Le pregunté, ¿mi niño, por qué lloras? Y él me respondió: “Por el honor de mi familia, que ha sido destituido”. “Y por qué reíste luego?” Él respondió: “Porque el honor más grande es reservado y establecido para los justos en el mundo por venir. Y al final, el Santo Bendito Sea alegrará a sus descendientes, que sea prontamente”. Le pregunté al chico: “qué vistes que te hizo recordar todo esto?” Y él me respondió: “mientras recogíamos hierva, vi la planta de Ma’aleh Ashan”. “Muéstramela!”, exclamé. Pero él me respondió: “tenemos una tradición de no mostrársela a ninguna persona”.

Unos días después, este niño falleció, sin haber revelado el secreto a nadie.

El Altar del Incienso: Su significado espiritual

El Altar del Incienso se encontraba en el centro del Santuario. Su localidad no es casual: representa el equilibro entre el mundo material y el espiritual. De qué manera? Las especias representan al mundo material, mientras que el humo, que subía en línea recta al cielo, el espiritual.

La Torá nos enseña que los extremos no son buenos. Dios no espera de nosotros que rechacemos toda nuestra bendición material, sino que la utilicemos como un medio para cumplir mejor los preceptos Bíblicos, para poder acercarnos a Dios y hacer buenas acciones, como por ejemplo, dar caridad. Así como un ser humano no puede vivir únicamente del aire, por que su cuerpo requiere cuidados físicos como el alimento para poder sobrevivir, tampoco su alma puede soportar una vida únicamente basada en el bienestar y placer físico.

El Altar también representa el amor, la unión. Como estudiamos en los boletines anteriores, el incienso está compuesto por once especias, de las cuales 10 de ellas tienen un aroma maravilloso, pero una de ellas, el Galbano, huele terriblemente mal. Nuestros Sabios explican que el servicio del incienso es el preferido por Dios (Midrash Tanjuma, Koraj; Ilcut Shimoni, Bamidbar 9:7), y que todos los días se hacia un sorteo entre los Cohanim (sacerdotes) para saber quién tendría el privilegio de participar en este servicio.

Entonces, por qué Dios decidió que en su amado incienso debería incluirse una especia que huele tan mal? No sería correr el riesgo de disminuir su valor, o desmejorar su aroma?

Enseñan nuestros sabios que, por lo contrario, el Gálbano no solo intensificaba el aroma, sino que además lo mejoraba! Por qué? Porque esta especia representa nuestros defectos. Cada uno de nosotros por separado, no tenemos suficiente méritos. A pesar de ser únicos y especiales, seguimos siendo gente chiquita. Solamente cuando estamos unimos, cada uno con su pequeño o gran mérito, logramos que este mérito sea uno fuerte y poderoso para abrir los portones de misericordia.

Por eso, en el Judaísmo, acostumbramos a rezar en Minián, un quórum de 10 hombres.

No hubo momento más elevado, más grandioso para el Pueblo de Israel, que aquel cuando recibieron la Torá, y “El pueblo de Israel era como un solo hombre, con un solo corazón” (Rashi, Shmot (Éxodo) 19:2). Sobre esto, el Rey David proclamo en los Salmos: “Hine Ma Tov u Ma Naim, Shevet Ajim Gam Iajad”. ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es cuando los hermanos están juntos en armonía! (Salmos, 133:1).</p

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