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La palabra fortuna deriva del término latino, que a su vez surge de “fors”, que significa suerte, siendo la diosa fortuna la que representaba la suerte en la mitología romana cuyo culto fue impuesto por el rey Servio Tullio, y se le rendía homenajes especialmente el 11 de junio. Era esta diosa fortuna la que decidía aleatoriamente, en forma ciega, a quien le tocaría tener buena o mala fortuna.
Tener buena o mala fortuna equivale a tener buena o mala suerte. En la antigüedad la suerte era considerada decisiva en el resultado de las acciones humanas, y fuera de la posibilidad de cambio por parte de la voluntad.
Sin embargo, pensadores como Aristóteles, ya cuestionaban y negaban que los dioses sean quienes atribuían la fortuna, asignando esta tarea puramente al azar, considerándola totalmente ajena a la razón, pues no siempre es premiado el justo con buena fortuna y el injusto castigado con el infortunio.
La receta ancestral de este incienso está compuesta de distintas flores y hierbas de acuerdo a las creencias de los Monjes Tibetanos. Buena Fortuna es poder trabajar nuestra espiritualidad y con las energías que nos rodean para poder atraer buena suerte.