Descripción del Producto
Porta inciensos diseñado para que todos nuestros inciensos tengan su lugar. La base es una creación de Mónica Grez., hecho a mano con esmaltes de cristales.
La pieza de bronce tiene 3 espacios que permite que todos los inciensos tengan un lugar perfecto, independiente de su grosor, las tres perforaciones permiten estabilidad en todos ellos.
Bajo el nombre de una técnica centenaria japonesa que consiste en reparar piezas de cerámica rotas, esta práctica plantea que no tiene sentido ignorar las heridas del alma, lavarlas o disimularlas. Por el contrario, revaloriza la belleza de las cicatrices: las roturas forman parte de la historia del objeto, lo hacen único y definen su identidad. Frente a las adversidades y errores, hay que saber recuperarse y sobrellevar las cicatrices.
El proceso de sanación emocional deja marcas, cicatrices que bien pueden dejarse a la vista u ocultarse con recelo. Pero según el kintsugi, una técnica centenaria japonesa que consiste en reparar piezas de cerámica rotas y que es también una filosofía de vida, ningún sentido tendrá ignorar las lastimaduras, lavarlas o disimularlas. Por el contrario, esta práctica revaloriza la belleza de las cicatrices: las roturas forman parte de la historia del objeto, lo hacen único y definen su identidad. El valor está en la imperfección, en el desgaste. Así, bajo la premisa de esta práctica, un cuenco destrozado podrá ser ornamentado con encaje y la unión de los fragmentos ser unida con un barniz espolvoreado de oro, plata o platino. Claro que con las roturas del corazón no es tan sencillo como con las piezas de cerámica. Y lleva tiempo. En el kintsugi la etapa de secado es clave para la recomposición del objeto porque es justamente lo que garantiza su solidez y durabilidad.